Por: Mario Morales Charris 33º
Ven:. Maest:. Resp:. Log:. Lealtad No. 7
Ex Gran Maestro de la Muy Resp:. Gr:. Log:. del Norte de Colombia
Pres:. Gran Consejo de Cab:. Kadosch «Lealtad Nº 3», Cám:. 30°
La educación como hecho social es muy anterior a la escuela, institución que nace para proporcionar una educación intencional, formal, sistemática, y que recibe el nombre de instrucción. La educación, tarea de toda la sociedad, tiende a crear y desarrollar normas de conducta y actitudes mentales que lleven a conservar, perfeccionar y difundir la cultura heredada. La instrucción, tarea propia de la escuela, se ocupa de los conocimientos y técnicas indispensables para el buen funcionamiento de las diferentes funciones de la sociedad.
La Masonería es, por definición, una sociedad iniciática. Y como tal, debe ser considerada como una escuela de formación de sus integrantes. Desde esa perspectiva educativa, el objetivo de la Masonería no es inculcar a sus adeptos, un conjunto de conocimientos, sino, fundamentalmente, principios filosóficos y un sistema de valores. Según nos enseña la propia historia de la Orden, el ideal de hombre que la Masonería quiere formar debe estar en posesión de tres cualidades básicas. Ha de ser una persona ilustrada, moral y libre. Ilustrado para que pueda aportar con su estudio algo en la tarea de progreso que la Masonería propugna. Moral para que distinguiendo el bien del mal, contribuya a la felicidad propia y de los que le rodean. Libre porque sin libertad no se puede ser responsable. Y sin responsabilidad no podemos responder por nuestros actos. En todo caso en este ensayo nos proponemos reflexionar sobre qué es lo que requiere la Francmasonería para comprender su naturaleza y elevados fines, ¿un proceso educativo entre sus miembros? o ¿una instrucción Masónica, que por sus características es limitada y a la vez limitante?
La instrucción Masónica comienza a partir de nuestra iniciación en la Orden, que es una filosofía y una sociología. Es una filosofía porque desde ese momento nos introducimos en un sistema donde debemos estudiar racionalmente el pensamiento humano en todas sus formas, en el tiempo y en el espacio, lo cual hacemos a través de los grados que vamos recibiendo sea cual fuere el rito en que se trabaje. La filosofía de la Masonería es la filosofía de la humanidad y en esta filosofía se han inspirado los más grandes sabios de todos los tiempos. La filosofía Masónica está enraizada en las enseñanzas de los avatares que en las distintas edades encarnaron en el planeta para proyectar nuevas formas de pensamiento y superación filosóficas para procurar la evolución de los pueblos hacia un devenir superior en la libertad, igualdad y fraternidad. “(…) La Iniciación encierra la teogonía, el culto de la moral, la filantropía, las artes, los conocimientos que poseía ya el mundo primitivo (…)” “(…) Nosotros definimos la Iniciación, Masonería o Francmasonería: una escuela de filosofía, en donde por medio de símbolos y jeroglíficos, el hombre se convierte en buen padre, buen amigo y buen patriota (…)” Asimismo decimos que la Iniciación es una sociología, porque comenzamos el estudio de la vida social humana, de los grupos y sociedades. Es una empresa cautivadora y atrayente, al tener como objeto nuestro propio comportamiento como seres humanos. Nos enseña que lo que consideramos natural, inevitable, bueno o verdadero puede no serlo y que las “cosas dadas” de nuestra vida, querámoslo o no, están influidas por fuerzas históricas y sociales. Por consiguiente, la Francmasonería actúa sobre la sociedad a través de la transformación progresiva de sus miembros quienes buscan el bien conjunto de la sociedad sin afán de lucro personal. Por este motivo, además, es que decimos que la Masonería es filantrópica.
Desde siempre y gradualmente, paso a paso, la Institución Masónica ha entregado generosamente sus enseñanzas a todos sus adeptos, de conformidad con el grado Masónico que se posea; de cada uno de nosotros ha dependido el alcanzar esa superación, si las aceptamos o las rechazamos, si somos aptos e ineptos para apreciar y dominar esas lecciones. Cuando se es Apr.·. o Comp.·. Masón, buscamos con avidez interiorizarnos en sus intrincados misterios y asimilamos el contenido de su filosofía, en el estrato que nos corresponde; después, cuando alcanzamos la maestría, creyendo saberlo todo, no estudiamos, no investigamos o no profundizamos en esas enseñanzas o, si lo hicimos, tal vez ya las tengamos olvidadas por el motivo que sea.